Consejos que nadie te dará acerca de las inspecciones... (Capítulo 3)

Consejos que nadie te dará acerca de las inspecciones… (Capítulo 3)

Son como los Reyes Magos, vienen una vez al año (como mínimo) y vienen cargaditos de regalos en forma de “acta de inspección”. Eso sí, te vamos a dar unos consejos para que no te traigan demasiado “carbón”.

Son ya unas cuantas directoras en lo que va de año a las cuales, por aplicar nuestras indicaciones a la hora de afrontar una inspección, han podido ver cómo la actitud de la inspectora de turno ha “bajado el tono” de su inspección y se ha centrado en lo que realmente importa, no en aquellos detalles sin demasiada importancia que en nada afectan a la calidad de la atención de nuestros usuarios. De entre unas cuantas pautas que siempre recomendamos, te vamos a explicar una de ellas:

“Debes hacer una inspección de la propia inspección…”

Sí, esto mismo. Es muy sencillo y verás cómo a partir de la segunda inspección, o bien el tono es muy diferente a la hora de redactar el acta, o bien te cambian a la inspectora (o es la misma de la inspección anterior, pero una versión más edulcorada).

Al final, como nosotros también hemos gestionado una residencia de 180 plazas, acabas por descubrir técnicas que hacen que la vida te sonría, incluso con las inspecciones del departamento de asuntos sociales de la Comunidad Autónoma en la cual tienes tu Centro. Evidentemente, todo esto proviene de aplicar la técnica de “prueba-error” que tan bien funciona en nuestro país cuando se trata de la Administración. Pues bien, sin más dilaciones, pasamos a relatarte nuestra experiencia y, por lo tanto, qué es lo que debes hacer.

Era el mes de octubre del año 2017 y acababa de llegar a la residencia después de dejar a mis hijas en el colegio, así que eran en torno a las 9:20 de la mañana. Había recibido un WhatsApp de Lola, la recepcionista (y gran amiga) en el cual me indicaba que me diera prisa en llegar, que había una señora que decía que era inspectora y había preguntado por la dirección del Centro. Evidentemente, cumpliendo con la normativa de circulación en vía urbana, me di prisa…

Llegué al Centro y me encontré a una señora un poco circunspecta con cara de “vinagre” recriminándome que llevaba esperándome más de media hora. Empezábamos mal. Evidentemente, le dije que yo llegaba a la hora que podía y que, por supuesto, quería, que por eso era mi negocio. Se le levantó una de sus dos cejas y ahí empezó “el baile”.

La acompañé a uno de los despachos de la zona de la planta baja, la que da a la calle, y ahí dejó su maletín, el ordenador y la impresora. Supongo que parte de la mala leche que tienen es porque las hacen ir cargadas “como burras”. Lo de la impresora nunca lo entendí, con lo fácil que es mandar un email con el acta, en lugar de imprimirla. Si es a efectos de la firma del acta, se puede firmar de manera digital, pero siguen viviendo en 1.440, cuando Gutenberg inventó la imprenta. Acto seguido, agarró una libreta y un bolígrafo y nos fuimos a las diferentes plantas a que ella pudiese realizar la inspección. Evidentemente, la acompañé en todo momento, pero mi actitud pasó “al ataque” en un momento determinado. Ese momento fue cuando empezó a criticar la disposición de una información que era de uso interno, y explico dónde estaba la información:

En la residencia que teníamos, había 4 plantas de 44 usuarios cada una, formando una estructura de rectángulo. En el medio del rectángulo (más o menos) se situaban el comedor, las salas de terapia, los baños geriátricos y el office de enfermería. En ese office de enfermería, además de tener un baño para el personal, teníamos un corcho en el cual se ponían las últimas anotaciones necesarias para dar un buen servicio. Esas anotaciones estaban debidamente ubicadas también en el curso clínico de nuestro programa informático de gestión, pero creíamos necesario recordar a las DUE y a las auxiliares en formato papel, en el corcho.

Pues bien, la inspectora empezó a criticar esa disposición, pese a que le indiqué que la información también estaba en el programa de gestión. Quise enseñarle la información en la pantalla, pero no quiso mirarla, dijo que no hacía falta. Pero, “venga la burra al trigo”, siguió diciendo que la información que contenía datos personales sensibles no podía estar a la vista del público. Evidentemente, esa información no estaba a la vista del público, ya que estaba dentro de un office de enfermería, tras una puerta.

Claro, frente a esa actitud suya de “pataleta de niña pequeña” porque no pudo encontrar nada negativamente relevante en cuanto a la atención de los usuarios, decidí coger yo también una libreta y un bolígrafo y apuntar cada comentario o gesto que hacía la Sra. Inspectora para que figurase en el acta. Evidentemente, apunte, como punto nº1, lo que me dijo acerca de los datos personales que figuraban en las anotaciones que estaban en el corcho del office de enfermería. Y así fue pasando la inspección, yo iba anotando cada gilipollez* que esa señora iba diciendo por su boca (es importante lo de “gilipollez”, por lo que explicaré a continuación). Al acabar la ronda de la inspección, habíamos pasado por las plantas, por los jardines, lavandería, cocina, despachos… y yo había anotado 8 gilipolleces (me acuerdo perfectamente).

Nos fuimos al despacho y la Sra. Inspectora procedió a escribir el acta. Cuando la escribió, me la dio para leer y firmar. Cuando la leí detenidamente, le dije que faltaban muchas cosas de las cuales ella se había quejado y que debían figurar en el acta. Me preguntó qué cosas eran y empecé a leer mis anotaciones. Cuando llevaba 3 gilipolleces leídas, me dijo que eso no era necesario que figurase en acta. Entonces, con cara muy seria, le indiqué que sí que debían figurar en el acta, ya que habíamos invertido más de una hora de la inspección en esos 8 puntos y que era del todo necesario que figurasen. Me dijo que no lo iba a poner en el acta y yo le dije que, si no lo ponía, levantaría una queja en la Administración y que, además, impugnaría todo el escrito, por faltar a la verdad. Llegados a ese punto, la Sra. Introdujo esos 8 puntos en el acta de inspección, con lo que se puso en evidencia la ineficiencia y poca profesionalidad de su actuación.

Era la misma inspectora e inspección del capítulo 2 de consejos sobre inspecciones en las residencias, en la cual me dijeron que el menú tenía poca proteína, que la proteína solo estaba en la carne o el pescado (claro, porque la proteína vegetal, no existe…)

Al año siguiente, me cambiaron la inspectora y fue todo mucho más edulcorado, breve y amigable.

Por lo tanto, desde buscadorderesidencias.info te recomendamos que anotes todo lo que los servicios de inspección dicen cuando hagan la ronda en tu Centro, para que sean conscientes de que deben hacer bien su trabajo y dejar de criticar aquellos puntos que no son importantes de cara a la atención de los usuarios.

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¿Llevas un control digital de todo lo que etá pasando en tu Centro?